Eruditos, especialistas, expertos, así eran los pensadores de ayer que más allá de su militancia, enriquecían el discurso ideológico de todas en izquierda, derecha y centro… cuanta falta hace tenerlos de regreso para evitar la irresponsable postura de los que hoy compran un libro para la foto al lado de una nutrida biblioteca.
Eran verdaderos tanques de pensamiento, intelectuales que enamoraron países enteros, bien desde lo alternativo o lo republicano, autores de disertaciones brillantes y que hoy están quedando reducidas a expensas de parlanchines jactanciosos, repetidores de cualquier cosa, defensores de lo indefendible.
Además de no haber relevo intelectual, muchos de los que dicen liderar están cargados de ego y vanidad, lucen un disfraz impostado, se apoderan de un fraseo reducido y su proxémica talla en lo absurdo. Les podemos reconocer como pretenciosos, limitados, sin mucho que ofrecer más que su arrogancia.
Nos corresponde reflexionar: “si los máximos representantes de las ideologías tienen tan poco para dar, los que les siguen y defienden deben estar peor”. La militancia aturdida por el ruido que causan dice: “sí, porque sí, no porque no”.
Como un anónimo amigo replicó: “solo les alcanzo para comprar los libros y tomarse la foto; les quedó faltando leerlos…”, pierden con desfachatez la oportunidad histórica que les da la vida y pasan fácilmente del anonimato al desprestigio.
El reto para las nuevas generaciones que ya están en juego: conjugar academia y pragmatismo, conocer la historia que no podemos condenarnos a repetir, afrontar que hoy debe ser mejor que ayer y peor que mañana.
Ya vendrán otros a conquistar el mundo, para efectos, leer mucho, hablar poco, hacer más y evitar ser dueños de versiones sin rigor de comprobación.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político
